AMOR VERDADERO

Amor verdadero

Amor Verdadero

«Enamorarse, hoy en día, es sencillo y eficaz y, sobre todo, está al alcance de cualquier bolsillo, con la aplicación TrueLove Screen 6.0. La última versión ofrece además una total garantía de funcionamiento, ya que han sido corregidas las irregularidades de las versiones anteriores.»

Quizás había llegado el momento. Ronnie apartó la vista de su terminal y se quedó pensativo. No era la primera vez que leía aquel anuncio en la sección de novedades tecnológicas. Dio un último sorbo a su solución de cafeína sintética, que ya se había enfriado. Pertenecía a la generación que nunca había probado lo que sus antecesores llamaban café, una sustancia que, como tantas otras cosas, había desaparecido por completo tras las inoportunas glaciaciones que iniciaron la Nueva Era. La taza hizo un leve sonido metálico cuando la dejó sobre la superficie de metacrilato. Sí, había llegado el momento.

—Qué curioso. Estaba esperando tu llamada. —Daba la impresión de que Tamara se acababa de despertar.

—Vamos a hacerlo. ¿Estás preparada?

—Por fin te has decidido.

Desde que el Ministerio de Procreación había aprobado el nuevo paquete de leyes conocido como Ley de Descendencia Programada, dos de cada tres ciudadanos y ciudadanas de la República estaban obligados a formalizar legalmente una relación y contribuir al frágil equilibro de la demografía con, al menos, dos hijos. Un comité de asesores evaluaba cada caso y se establecía una línea personalizada de intervención. Tamara recordaba casi palabra por palabra lo que el Consejero Delegado del Ministerio había dicho al anunciar la puesta en marcha de las nuevas leyes. «Todos debemos hacer un esfuerzo y aportar nuestro grano de arena. Es un hecho que la natalidad se ha visto drásticamente afectada desde… Bueno, todos lo recordamos. La supervivencia de la Comunidad es un asunto de máxima prioridad para la República.»

«Todo es mucho más llevadero si está usted enamorado. Si, incluso, está usted muy enamorado. Elija una pareja. Vengan a nuestras instalaciones. El tratamiento no presenta apenas riesgos. Y les garantizamos que ambos volverán a su hogar intensamente enamorados. Es más, les garantizamos Amor Verdadero

Ronnie y Tamara entraron juntos en el vestíbulo de Engaging Systems Corporation, que aunque no era la única empresa que ofrecía aquella tecnología, si era la que gozaba de mejor reputación y un índice de casos anómalos mucho menor.

—Utilicen el elevador rosado. Les llevará directamente a TrueLove Screen. —murmuró amistosamente el androide de recepción.

Ambos obedecieron y se cogieron de la mano pensando que aquel gesto, además de tranquilizarles, prometía buenos augurios. Hacía tiempo que se conocían. Podría decirse que disfrutaban de los beneficios de una amista honesta y desinteresada. Ambos habían bromeado muchas veces sobre cuáles serían los rasgos que heredaría un hipotético vástago. Quizás el azulado reflejo del iris de ella. Acaso las manos espigadas y nerviosas de él.

—Por favor, siéntense.

En medio de una amplia sala había dos confortables sillones que apenas disimulaban el cableado en el reposacabezas. Ambos estaban situados frente a una pantalla Display Panel de última generación.

—¿Han traído la grabación? —Seguían sin identificar quién les estaba hablando—. Introdúzcanla en su monitor y relájense.

Tamara estaba ya preparada para contemplar las imágenes de Ronnie que había ido reuniendo de sus redes sociales y, especialmente, aquellas que habían grabado juntos. Distintos momentos de su vida, antes y después de conocerse, elegidos más bien al azar y combinados con cierta elegancia. La celebración de su decimosexto cumpleaños con sus padres adoptivos, aquel día en la Universidad en el que improvisaron, junto a sus compañeros, un concurso de silogismos o la tarde que pasaron los dos haciendo cola para la inauguración del Inter Planetario. Al cabo de unos segundos sentiría —como estaba explicado con detalles no siempre del todo comprensibles en el panel informativo de la aplicación— un suave pinchazo que accedería directamente al núcleo estriado de su cerebro y abriría tres caminos que estimularían diversas zonas clave. Una con una solución mejorada genéticamente de feniletilamina, garantizando una fuerte atracción física y emocional, otra que provocaría un despliegue de dopamina hasta entonces impensable para favorecer la velocidad de intercambio de información entre las neuronas y la tercera, —sin duda la más importante— con una dosis sintetizada de oxitocina preparada para reforzar los lazos a largo plazo con el sujeto elegido. Un tratamiento apenas invasivo y garantizado por una larga experiencia basada en la técnica del ensayo y error.

Ronnie, asimismo, introdujo la diminuta tarjeta con las imágenes de Tamara en el dispositivo del monitor y se acomodó en el sillón pensando que una vez más disfrutaría de la belleza y la gracia que mostraba siempre su elegida en cualquier momento o situación. No le importaba nada ver por enésima vez aquella grabación. Empezó a fantasear acerca de cómo sería mantener una relación amorosa con la que hasta ahora había sido una buena amiga «…a lo largo de todo el periodo vital, sin necesidad de renovar el tratamiento» como prometía la publicidad de Engaging Systems.

Apenas tuvo ocasión de reaccionar cuando lo que apareció en la pantalla no fue lo que esperaba, sino que en su lugar, vio cómo se iban desplegando un sinfín de imágenes de sí mismo. Eso era… sí, cuando cumplió los dieciséis. Y eso… Sin duda un error del sistema. Algo que no había ocurrido todavía. Una irregularidad que, desde luego, solucionarían en la siguiente versión de la aplicación. Quiso protestar, pero ya la finísima aguja estaba ejecutando la labor para la que había sido fabricada. Después de los primeros segundos de desconcierto, Ronnie sintió por primera vez en su vida una inmensa tranquilidad. Estaba descubriendo cosas de sí mismo que nunca se habría atrevido a imaginar. Se veía con nuevos ojos. Su corazón latía con un ritmo acelerado. Y le invadieron unas terribles ganas de compartirlo. Lo compartiría, con quien si no, con su gran amiga, Tamara. Era tan intenso… Era algo que nunca había sentido por ninguna otra persona. Era… sí, amor verdadero.